Las nuevas tarifas anunciadas por Trump para solicitantes de visados de trabajadores cualificados afecta sobre todo a los trabajadores de India, que recibían alrededor del 70% de las visas emitidas Leer Las nuevas tarifas anunciadas por Trump para solicitantes de visados de trabajadores cualificados afecta sobre todo a los trabajadores de India, que recibían alrededor del 70% de las visas emitidas Leer
Cuando el primer ministro de India, Narendra Modi, cumplió 75 años el pasado 17 de septiembre, recibió una llamada de felicitación del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El líder del país más poblado del mundo, que dirige desde hace 11 años, fue quien reveló en una publicación en X la felicitación de su «amigo» estadounidense, a quien agradeció y quiso destacar públicamente que su país está «plenamente comprometido» con su asociación con EEUU.
Si uno se quedara en la superficie de esta llamada, podría pensar que las relaciones entre Modi y Trump, quienes siempre -unidos por el abrazo de sus políticas conservadoras y nacionalistas- han presumido de tener una estrecha conexión personal, atraviesan por su mejor momento. Pero la realidad es que, al margen de la sintonía ideológica de sus líderes, la tradicional alianza entre EEUU e India se está resquebrajando cada día más.
Trump desató a mediados de año toda su furia comercial contra Nueva Delhi cuando el Gobierno de Modi no cedió ante las amenazas del republicano de que impondría nuevos aranceles si el gigante del sur de Asia no dejaba de importar petróleo y armas a Rusia. Washington finalmente castigó a India con un arancel adicional del 25%, que se sumaba a otro 25% que ya estaba vigente.
Modi, que es consciente de que cada vez tiene un papel más prominente en el escenario internacional, jugó sus cartas al aparecer sonriente junto con el ruso Vladimir Putin y el chino Xi Jinping en la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), que se celebró en la ciudad china de Tianjin el pasado 1 de septiembre. Era la primera vez en siete años que el líder indio visitaba China, escenificando una aparente reconciliación con Pekín que a su vez significaba un duro golpe para la diplomacia estadounidense.
El pasado viernes, se abrió otro frente entre Washington y Delhi cuando Trump, en su ofensiva migratoria, anunció que las nuevas tarifas para los solicitantes de visados de trabajadores cualificados, en su mayoría contratados por compañía tecnológicas, ascenderían a 100.000 dólares, casi 60 veces más que el coste anterior. Una medida que afecta sobre todo a los trabajadores de India, que recibían alrededor del 70% de las visas emitidas bajo este programa.
La sorpresa por el anuncio de Trump condujo a un fin de semana caótico en aeropuertos estadounidenses e indios: empresas de Silicon Valley y entidades financieras instaron a su personal extranjero a no viajar fuera del país y a los que estaban fuera a que regresaran de inmediato. Estos últimos se lanzaron corriendo a los aeropuertos para conseguir el primer vuelo hacia EEUU por miedo a no poder volver más adelante si no pagaban la nueva tarifa.
Las autoridades estadounidenses trataron de calmar la situación aclarando que la tarifa se aplicaba solo a los nuevos solicitantes y que se trataba de un pago único. Pero la medida provocó una ola de cabreo en India, donde ya se indignaron a principios de año tras ver imágenes de vuelos de deportación desde EEUU llenos de ciudadanos indios esposados como si fueran criminales.
El Ministerio de Asuntos Exteriores de India respondió que las nuevas tarifas tendrían «consecuencias humanitarias» para muchas familias ya que «el intercambio de trabajadores cualificados ha contribuido enormemente a ambas naciones», en referencia a que los dos países se han aprovechado del desempeño y el talento de miles de trabajadores indios que aterrizaron en EEUU gracias a este visado.
Hoy en día, ejecutivos de origen indio están al frente gigantes como Google, Microsoft e IBM, mientras que médicos indios representan casi el 6% de la fuerza laboral médica estadounidense. «También les da un poco de miedo nuestro talento», declaró el ministro de Comercio indio, Piyush Goyal. «India puede adaptarse, pero EEUU corre el riesgo de perder trabajadores cualificados que han ayudado a construir Silicon Valley y la red sanitaria del país», señalaban a la BBC varios expertos estadounidenses.
Mientras los funcionarios indios cargan contra la administración Trump por las nuevas medidas en la política de visados, esta semana comenzaron nuevas negociaciones comerciales entre los equipos de Washington y Dehi.
A principios de año, Modi fue uno de los primeros líderes mundiales en ser recibidos por Trump en la Casa Blanca. Parecía que los lazos entre EEUU e India se estrecharían con el republicano al frente de la primera potencia mundial, sobre todo para contrarrestar la influencia y expansión militar de China en la región del Indo-Pacífico. Sin embargo, las relaciones bilaterales atraviesan por su peor momento en décadas.
Hace unos días, el Gobierno de Modi, para reducir el impacto de los aranceles del 50% impuestos por EEUU, anunció un amplio recorte a los impuestos sobre bienes y servicios, desde la leche a productos médicos. Una medida que aliviará las cargas económicas diarias de millones de indios.
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